Hace unos años era común la comparación automática de los evangélicos con el personaje Flanders, de la serie The Simpsons.
Si miramos los capítulos de los Simpsons, nos encontramos con que Flanders y su familia tienen muchísimas aptitudes de valor. Sin detenernos demasiado, ellos son, o intentan ser, una familia religiosa y "perfecta".
A pocos metros, nos encontramos con lo que sería el opuesto de la familia Flanders: Los Simpsons. Homero es un descontrol. Bart hace lo que quiere. Tal vez Lisa compensa un poco ese desequilibrio, pero lo cierto es que ellos parecieran ser mucho más "espontáneos".
Ambos estereotipos familiares nos permiten vislumbrar dos extremos. Si tuvieramos que identificarnos con alguno de ellos, diríamos que coincidimos en algunas cosas - nuestra fe Cristiana - con los Flanders. Pero hay una pregunta que deberíamos hacernos: ¿Ser Cristiano se limita a ser un Flanders?
Si aquellos que tienen total desconocimiento de Jesús nos leen como Flanders, se están perdiendo muchas de las bendiciones que hay para los que creen en Él.
Ahora bien, no podemos obligar a nadie para que nos vea de otra manera. El testimonio y la actitud de vida, evidencian nuestras convicciones, pensamientos y fe en Jesús.
Lo negativo del modelo Flanders es que la religiosidad no permite la innovación por miedo a romper costumbres establecidas, así focalizamos nuestra atención meramente en la forma exterior del objeto de análisis.
Afianzar nuestra identidad Cristiana en Jesús nos facilita la comunicación diaria del evangelio y vivir en la libertad que Jesús nos propone y regala, aquella que solo le interesa lo que pasa en nuestro corazón.
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6 months ago
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